Antonio Esteva BIO

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La voz del fútbol en Atresmedia lleva ligado a las retransmisiones deportivas desde siempre. La Champions League, La Liga más vista en abierto en España, Mundiales de fútbol, Copa del Rey, Copa de la UEFA, Copa de Inglaterra, Liga Adelante, Mundiales sub20, sub 17, Eurocopas Sub 19, Sub 17... Mundiales de Baloncesto, Eurobaskets, Masters de Tenis, el motor de la GP2 o la F1 del Aire son solo algunos de los principales eventos deportivos a los que Esteva ha puesto voz, cara y dirección en sus casi 20 años de carrera profesional. Se considera un loco de la comunicación y el deporte. También ha trabajado TVE (presentador de informativos del canal 24 horas), colaborador de la revista oficial de la NBA y en medios como Cadena SER (ha formado parte de ‘Carrusel deportivo’), Real Madrid TV, laSexta (presentador de laSexta Deportes desde su inicio y de ‘Minuto y resultado’) y ahora en Atresmedia como presentador de informativos y programas, reportero y narrador de un sinfín de partidos. Es colaborador habitual de RadioMarca y Onda Cero.

martes, 5 de mayo de 2015

PEDJA MIJATOVIC, RETRATO EN BLANCO Y NEGRO


Pero el tiempo no corría. Su corazón volaba, las emociones latían agolpadas contra su pecho. Apenas podía sentir algo más que eso. Ni rastro del cansancio. Ni siquiera de esa maldita herida que amenazó con robarle el momento que tanto había deseado. Desde que vio a Mario Kempes por primera vez: El Matador. El gol del silencio. El porqué. La de Amsterdam fue la media hora más larga de su vida. La poderosa Juve caía por un solo tanto. El suyo. Por delante casi 30 minutos de espera y desesperación. Tanto tiempo aguardando para estar ahí, frente al azar. Tanto tiempo… y sin embargo, la vida entera de Pedja fue capaz de desfilar por su mente en ese instante. Un rostro sobresalía del resto de imágenes a la carrera, de camino al banquillo de los suyos: Su hijo Andrea. Su motor.

Esta es la historia de un gol. De un héroe. Pero sobre todo, el camino de un niño de Montenegro hacia un solo segundo. Ocurrió en el minuto 66 de la final más soñada por muchos. Y él mismo les contará como pasó.

La residencia de Pedja Mijatovic espera al equipo de laSextaDeportes. Aparece lujosa y discreta en un rincón de la calle. Como el genio de los Balcanes. El héroe de la Séptima viste elegante y conversa en susurro. No le gusta el ruido. Mijatovic habla desde el corazón. Desde dentro.

El túnel del Amsterdam Arena

PEDJA MIJATOVIC: Nosotros no gritábamos mucho. Eran los de la Juventus los que estaban más acelerados. Eran los favoritos, venían de ganar además el Scudetto. Nosotros estábamos más tranquilos pero éramos conscientes de la oportunidad histórica. Me decía a mi mismo: “Bueno, ahora tienes la oportunidad de jugar la final de la Champions. Es lo que siempre has querido, por eso has venido hasta aquí…Ahora tienes que hacer todo lo posible para conseguirlo”

ANTONIO ESTEVA: Y cuando estás ahí, ¿en qué piensas? ¿Te acuerdas entonces de cuanto te costó llegar o de alguna persona importante en tu vida?

P.M: Ante un partido tan importante solo me acordaba de una persona, mi hijo Andrea. Era mi motor, mi turbo, es la única persona, todo lo hacía por él, porque estaba muy enfermo.

A.E: ¿Y en el gol?

P.M: Cuando marco me acuerdo de todo: de Montenegro, mi infancia, de los 1250 millones y lo que me marcaron, de lo que pasó en el Valencia…y de Fernando Sanz por supuesto (él me dijo que iba a marcar y yo no había hecho ni un solo gol en toda esa champions…)

A.E: Pero marcaste ese gol tan decisivo y además lesionado. Casi no juegas la final…

P.M: El crack realmente fue el fisio, Pedro Chueca. Es verdad, juego la final lesionado y guardando el secreto. Eso me preocupaba casi más. El gemelo me dolía desde antes y apenas pude hacer algo entrenando. En los días previos, en las últimas sesiones hacía muy poco…Ni siquiera ensayé penaltis…Nada, muy poco porque no quería romperme. Si forzaba chutando, o solo poniendo el pie de apoyo podía quedarme fuera de la final. Empezaba a calentar y pasaba el dolor un poco pero tras el entrenamiento me seguía doliendo. Incluso entrenaba con las medias hasta la rodilla para que nadie se diera cuenta de los vendajes.

A.E: La lesión, una Juventus favorita y temible, y además un vestuario roto, alejado de su entrenador, Jupp Heynckes.

P.M: Sabíamos que no seguiría Heynckes. Y decidimos tirar juntos hacia la final sin él. Hoy en día el entrenador es mas importante que entonces pero siguen sin marcar los goles decisivos. Aún así, el papel del míster es fundamental. Como una orquesta con su director y sus músicos pero sin restar el protagonismo de nadie. Luego hay mucha emociones. Hoy hay mucha industria dentro. Es distinto. El ambiente, la convivencia, el buen o mal rollo hace a los equipos mas fuertes o débiles. Sigue siendo así.

A.E: Pero en las emociones, en la química de un vestuario no todo depende de lo que ocurre allí dentro…

P.M: Eso es lo bonito del futbol. Las emociones. Y todos lo saben y aún así, todos fichan o quieren fichar por los equipos grandes. En otros trabajos no hay tanta opinión de dentro y de fuera y además aquí esa opinión es pública. Y por mas que te aísles no puedes…

A.E: Y mas en el Real Madrid. La presión se multiplica.

P.M: Depende de donde vienes y de quien eres. Debes estar preparado y ser tú mismo. Yo siempre digo: Hazlo como si fuera el último día. Nunca sabes cuando te va a durar…


A.E: Y duró poco. Fue breve pero intenso…¿por qué se fue Pedja Mijatovic del Madrid?

P.M: Muchos creen que estuve en el club mas que tres años…Y eso que ese tercer y último año fue difícil…Se va Heynckes y llega Hiddink…y luego J.B. Toshack con quien yo no conecto. Y no sé muy bien por qué, la verdad. Es cierto que en esos momentos estoy viviendo una situación muy desagradable aquí a kilómetros de distancia de La Guerra en los Balcanes, donde siguen estando parte de los tuyos y fue duro. Pero es que con Toshack no hubo feeling desde el principio. Al final de temporada le dije al presidente del club que si él continuaba en el banquillo yo prefería marcharme… y así fue. Los roces siempre han existido y existirán. Seedorf y yo discutimos en mitad de Riazor en aquel 4-0. Muchos hablaban de desastre en el Real Madrid y mientras decían eso Seedorf y yo estábamos tomando unas cervezas juntos. Ahora salen muchas cosas fuera, ese es el problema.


A.E: Has hablado de los Balcanes, de tu tierra, ¿qué queda de ese niño de pelo rizado?

P.M: Queda una persona a la que le gusta ayudar, muy amigo de los suyos. No he cambiado, mi calidad de vida sí, pero yo no y llevo mas de 20 años fuera de casa.

A.E: ¿Y el secreto?, ¿por qué ha habido siempre  tanto talento concentrado en los Balcanes?

P.M: La falta de medios hace que los niños jueguen en la calle, obligados…porque no hay otra cosa para divertirse. Con muy poco puedes jugar al fútbol, con dos piedras haces una portería. Luego, si tienes la suerte de salir como profesional de allí ya no puedes volver. Nos educan que debemos triunfar, debemos ser auténticos guerreros. No hay vuelta.

A.E: Es un viaje que no acaba, como el 8, tu número…

P.M:  Eso es. Es infinito y bonito. Empiezas a circular por él y no acaba. Es el único. Años más tarde me enteré que es el número de la suerte para los chinos.

A.E: ¿Y por qué no el 10? ¿La piel de los genios, los mediapuntas?

P.M: A mi me gustaba Mario Kempes. Siempre fue mi ídolo. Un gran futbolista, un héroe del fútbol mundial tras la Copa del Mundo del 78. Un tío 10, sin polémicas, tranquilo al celebrar los goles…Cuando jugaba a fútbol sala de niño yo también llevaba el pelo largo y rizado como él y cuando marcaba gol solo gritaba: “Mario Kempes!, Mario Kempes!” Siempre me gustó.

A.E: Y acabó en Mestalla como él, en un grande como el Valencia…

P.M: Mi primer día en el Valencia fue muy curioso y bonito. Me planté en la rueda de prensa de mi presentación como el capitán del Partizan, como una estrella de mi país y llego allí y me doy cuenta que nadie me conoce…
Y la primera pregunta es: “Oye, y tú de qué juegas?” y claro fue un choque. Aquello fue un choque y decido, después de una noche sin dormir, quedarme los siguientes 20 días en Valencia. No lo tenía previsto, pero me quedo ese verano a entrenar allí para demostrarles lo que valgo y se notó…arranqué como un tiro.

A.E: ¿Y los compañeros de vestuario?

P.M: Luego llegaron los demás jugadores para la pretemporada. Allí había ya más balón y entonces se dieron cuenta de quien habían fichado realmente…

A.E: El Valencia lo hizo estrella, pero salió mal…

P.M: Me fui porque quería ganar títulos importantes. Fue una salida turbulenta y además en mi mejor año allí. Fue mi mejor año sin duda y eso que los últimos meses de competición tenía a todo el campo en contra…jugaba cada semana con el público en mi contra, tanto fuera como en casa. Siempre en contra y rendí como nunca.

A.E: Pero el motivo no fue tu marcha del Valencia, fue la forma en la que dejaste a una afición entregada. ¿Que pasó realmente?

P.M: El problema fue que en un acto con las peñas un mes antes de filtrarse que me marchaba al Madrid dije que me quedaba. Y lo dije convencido. En ese momento me quedaba, luego se filtró mi negociación para llegar al Madrid y…

A.E: ¿Qué cambiarías de aquello que te marcó para siempre, que modificó tu carrera y sobre todo tu día a día?

P.M: Roig, el presidente del Valencia, me ofrecía mucho mas dinero que el Real Madrid por quedarme, mucho mas. Pero me marché por títulos, por ganar los títulos que en ese Valencia no podía…

A.E: Estabas solo en mitad del fuego…

P.M: Hubo alguien que me apoyó, que me sirvió, para no perderme: Luis Aragonés. Hablaba conmigo…La verdad es que desde el primer día en el Valencia mi rendimiento siempre fue el máximo. Y lo fue hasta el último día. Eso está ahí. El máximo. Puedo entender que algunos valencianistas no me perdonaran, pero yo me vine arriba ante tanta presión y quise demostrarles eso… y creo que acabé marchándome a la edad justa, a los 27 años.

A.E: Con alguien nuevo en su vida: los guardaespaldas…

P.M: Fue muy duro. ¿Sabes una cosa? En un estadio se oye todo, todo…Se percibe toda esa energía…y era muy negativa, un ambiente hostil. No aguantaba lo del guardaespaldas, no lo aguantaba. Pero fue el Real Madrid quien quiso… para proteger su inversión.

A.E: ¿Pensaste dejarlo?

P.M: No. En absoluto. Tenia muchas ganas de jugar. Y estaba Luis Aragonés. Luis era un valiente. Me decía con intensidad: “Míreme a los ojos!”. Y en ese momento pensé que por fin tenía un entrenador…

A.E: Usted vale 1250 millones...Bueno, más bien te lo preguntaron en la primera rueda de prensa con el Madrid…

P.M: Pesaron mucho la verdad. Pesa, pesa muchísimo y mas en este club. Era la cifra record entonces…pero también sabía que costando eso tendría al menos seis meses para demostrar lo que valía para el madridismo…

A.E: Europa, Madrid, Barça…llegan partidos grandes. Duelos con la historia. Más motivación. Más confianza.

P.M: Es así. Solo contra ellos puedes hacerlo porque todo el mundo lo verá. Solo tienes ganas de empezar. Olvidas estados de forma, lesiones o dolores. La adrenalina te lleva…porque quieres ganar. Esto es el fútbol: Corazón, pensar rápido y estar siempre en acción en el campo.




A.E: Para Cristiano y Messi todos los días son clásicos, finales…

P.M: Es alucinante, alucinante! Es imposible hacerlo. He jugado a esto y sé de lo que hablo. Para mi Cristiano es mejor. Porque ha jugado en dos ligas y ha sido protagonista en las dos. Yo soy extranjero y me he fijado en eso, y le doy mérito, sin restárselo a Messi…Si debo elegir, elijo a Cristiano. Ahora viene lo bueno. Estas deseando que lleguen estos partidos. El Madrid es ganar. Siempre lo fue. Y así será. Por eso es el club mas grande. Porque solo importa ganar.


Escaleras abajo llegamos al Santuario de Pedja. El blanco y el negro presiden casi cada rincón de esta sala llena de privilegio y sueños cumplidos. Sueños que las horas previas a la final el propio Pedja evocaba despierto. Jamás durmió siesta y menos la noche anterior. Su gemelo Suker cerraba los ojos por él en la misma habitación de aquel hotel. Aquí le hubiese gustado guardar el balón de la final que el propio Davor mandó al limbo de la euforia con el pitido del árbitro. Pero en esta habitación ya está su Grial: una réplica en miniatura de la Séptima Copa de Europa. Apenas brilla y casi no destaca entre otros trofeos. No muchos porque Pedja Mijatovic es más que un ganador, es un coleccionista de emociones. En blanco y negro. Los 32 años de distancia hasta la séptima. Los colores de la Juventus, el rival que lo metió en la leyenda con su gol. En blanco y negro, como esa foto sencilla y dedicada de cuando jugaba en el Partizan de Belgrado. Aún la conserva en la misma estantería. Tenía solo 21 años y todo el tiempo por delante.




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